Desde los primeros daguerrotipos de finales de la década de 1830 y, sobre todo, tras el descubrimiento en años posteriores de las técnicas de impresión fotográfica en papel, la relación de la fotografía y la pintura fue muy estrecha. El ojo artificial de la cámara de fotógrafos como Nadar o Disderi, estimuló en Manet, Degas y en los jóvenes impresionistas el desarrollo de un nuevo modo de mirar el mundo. La fotografía le valió al impresionismo no solo como fuente iconográfica sino también como inspiración técnica, tanto en el estudio de la luz como en el espacio. Asimismo, por influencia de la nueva factura impresionista, algunos fotógrafos comenzaron a preocuparse por la materialidad de sus imágenes y a buscar fórmulas para hacer sus fotografías menos precisas y con un efecto más pictórico.
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Los impresionistas y la fotografía. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado, 8.
Del 15 de octubre de 2019 al 26 de enero de 2020.
Información adicional:
Grupos: Entre 5 y 15 persnas.
Precio: 15€ (+entrada y pinganillo).
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Fotografías: Edgar Degas, Bailarina basculando (Bailarina verde), 1877-1879.